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¡Anda,… los donuts! / ¡Anda,… la cartera!

Hay algo de melancolía en el ambiente. Es inevitable recordar, y al mismo tiempo es perentorio que no dejemos de hacerlo, porque, como afirmara el poeta periodista checo y Premio Nobel de Literatura en 1984, Jaroslav Seifert, ‘Recordar es la única manera de detener el tiempo’. Y el tiempo, a estas alturas corre ya tan deprisa, que dedicar unos minutos, incluso unas horas cada día para rememorar a las personas que quisimos y todavía seguimos queriendo, no puede sino hacernos mucho bien.

Puestos de acuerdo en ese punto, llevamos largo rato sumidos en nuestros propios recuerdos. Por mi mente han desfilado vívidas imágenes de todos aquellos que ya no volveré a ver, pero a quienes la memoria se obstina en mantener en un primer plano de la existencia, como si aún estuvieran aquí, permitiéndome agradecerles su beneficiosa influencia en cómo soy y en el importante papel que desarrollaron durante el tiempo que nos tratamos.

La música tenue que impregna la atmósfera, nos ayuda a mantener el sosiego frente a la inevitable tristeza que hoy, como a nosotros, inflamará también los corazones de millones de personas aferradas a la evocación de alguien muy querido, pero ausente ya sin remedio.

—Allá donde estén todas esas personas que hemos estado rememorando, espero que no se den las irregularidades que vivimos aquí todos los días… —Lo has dicho con tono un tanto sarcástico.

—¿En qué estás pensando?

—Pues pienso por ejemplo en la empresa Panrico, que está en bancarrota y con una larga cifra de empleados esperando ser despedidos, ya veremos en qué condiciones, de la que hemos sabido recientemente que el año pasado pagó 4,7 millones de euros a sus altos directivos, o sea, un 43% más que el año anterior.

—No olvides que los altos ejecutivos de la sociedad matriz cobraron un 67% más…

—Ya. «Para evitar que sus altos ejecutivos se fueran cuando la empresa se veía ya condenada al desastre…», han dicho para justificar ese despilfarro…

—…O para llenarse los bolsillos antes de que el desastre les alcanzara. ¿Eso no es «muy parecido» a la malversación? Los trabajadores deberían tener alguna defensa frente a unos gestores que les llevan a la ruina de una forma tan miserable.

—Ellos serán quienes paguen los platos rotos, como siempre. Y sin haber participado del banquete.

—Quizás la empresa todavía tenga una oportunidad gracias a que el director de operaciones y apoderado es Joan Mas i Gavarró, hermano del President de la Generalitat de Catalunya, que ya ha anunciado que saldrá en su rescate…

—¿Al rescate de quién dices que saldrá la Generalitat…?

—No de los trabajadores, por descontado. —He captado la ironía en tu pregunta—. Ellos no serán los que se coman un rosco… No les va a quedar ni el agujero del donut.


Todos los días un donut… ¡Por lo menos!

Frunces el ceño de pronto y esa peculiar venita que tantas veces me ha parecido que estaba a punto de estallar, vuelve a avisar de que un pensamiento tortuoso bulle en tu cerebro.

—¿Qué te preocupa?

—Me enciende la sangre la sentencia reciente del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo a propósito de la ‘doctrina Parot’.

—Puedes creer que así nos sentimos toda la gente de bien de este país… Y espero que la de otros muchos también, pero así es la Ley, que muchas veces parece que actúa en contra de la Justicia.

—¿Sabías que Inés del Río, miembro del ‘comando Madrid’ de ETA y responsable de 24 asesinatos por los que fue condenada a 3.828 años de prisión, ha recurrido el bloqueo de los 30.000 euros que le concedió el Tribunal de Estrasburgo por los «daños morales» que le ha originado la aplicación de la ‘doctrina Parot’?

—¿Ah, pero esa señora tiene moral…? Sí,leí que le habían bloqueado esa indemnización para resarcir con ella a las familias de las víctimas de sus atentados, lo cual me parece una medida razonable, porque de otra manera no sé cómo va a pagar las responsabilidades civiles decretadas por sus asesinatos.

—Pues ella, que debe al Estado 19 millones de euros en concepto de indemnizaciones a las familias de sus víctimas, envuelta en la Ikurriña debe de estar partiéndose el pecho y frotándose las manos cada día, por las grietas de este ordenamiento jurídico nuestro que tanto beneficia a personas indeseables como ella.

—¿Apostamos algo a que además le asignan el subsidio de hasta 7.668 euros al que pueden acceder todos los que han estado en prisión más de seis meses y salen sin haber tenido un trabajo remunerado en la cárcel o sin tener empleo fuera?

—No será necesario apostar nada; seguro que pasará como dices. Pero moralmente no tiene ningún derecho: ha estado en la cárcel por asesinar, no una, sino veinticuatro veces; no ha cobrado remuneración alguna en la cárcel, porque no le ha dado la gana trabajar, siguiendo las directrices de ETA; y si no tiene trabajo fuera, es porque decidió regar las calles con la sangre de otros en lugar de con la suya, cuando podía haber elegido ser una ciudadana más con una jornada laboral como casi todo el mundo…, pero coincido contigo en que esto se repetirá con los próximos etarras, pedófilos y violadores que vayan poniendo en libertad en virtud de esa sentencia del Tribunal de Estrasburgo. En ocasiones como esta, me gustaría poner mucha distancia de por medio.

Una sombra de impotencia pasa por tus ojos al tiempo que me dices eso, con voz que refleja tu hartazgo ante situaciones que no pueden ser comprendidas por nadie que tenga un mínimo de sensibilidad. Intento hacerte llegar el mensaje de que no solamente tú piensas así.

—Esperemos cuando menos que prospere la iniciativa de UPyD, y los terroristas excarcelados no puedan cobrar ese subsidio si no se arrepienten, colaboran con la Justicia y piden perdón a sus víctimas, pero me estoy acordando de aquella aseveración del Premio Nobel y autor de ‘El lobo estepario’, Hermann Hesse: «He sido un hombre que busca y aún lo sigo siendo, pero ya no busco en las estrellas y en los libros, sino en las enseñanzas de mi sangre». Y mi sangre me dice que no existe la verdadera justicia cuando la sangre de un inocente es derramada… Ni siquiera cuando se derrama la sangre de miles de inocentes.

—Amén a eso, amigo mío.

—¿Qué te ha parecido el affaire del espionaje por parte de la NSA norteamericana? —Tu semblante se relaja al hacerte la pregunta, la venita desaparece de mi vista (buena señal) y tus labios se distienden en una sonrisa irónica.

—Se me ocurren algunos chistes sobre un americano, un alemán, un francés, un inglés… y un español.

—Sí, parece que somos la cuchufleta del mundo. Nadie nos toma en serio. Mientras comemos me contarás algunos, si te parece bien.

—Cuenta con ello; te reirás un rato largo con las salidas de nuestros compatriotas ante las actitudes serias de los demás…

—Lo sé… Por cierto que, hablando de salidas, ha sido deplorable la que han escenificado hoy sus señorías abandonando a la carrera el Congreso tras votar la reforma de las pensiones y tumbando las ocho enmiendas de la oposición, ¡faltaría más! Huían como si el barco se hundiera, pese a que la ministra Báñez dijera que no. Tenían prisa por ‘irse de puente’.

—Para cuando el Presidente anunció que se levantaba la sesión, el hemiciclo estaba ya vacío. ¿Qué otra cosa podemos esperar de estos políticos, aferrados al escaño por el sueldo y los privilegios inherentes al cargo?

—¿Habrá espiado también la NSA sus móviles? Sería divertido saber el tema de sus conversaciones.

—Quizás algún día trasciendan, filtradas por la propia NSA o por otros servicios secretos europeos, que son, según aquella, los verdaderos responsables del espionaje, para que conozcamos de primera mano la personalidad y talante de quienes nos gobiernan. Como el ministro Wert y su intención de incluir la religión de manera obligatoria en el Bachillerato.

—Menos mal que España es un estado aconfesional…

—El adoctrinamiento por encima de todo; hay que aborregar todo lo posible al pueblo, ¿o de qué vivirían los pastores… incluidos los de la Iglesia, con un rebaño cada vez menos nutrido?

—¿Recogemos los bártulos y nos vamos a comer? Ya tengo ganas de que me cuentes esos chistes.

—Pues me sé unos cuantos, así que prepárate para reír a carcajadas…

—Si lo consigues, yo pago la comida.

También un día como hoy es propicio para un momento de alegría. Al fin y al cabo, vivir nos aleja bastante de morir.

Con mi agradecimiento

* * *

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