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Vacaciones no aptas para menores

La mañana discurre tranquila mientras nos ocupamos en distintas cosas; tú repasas los diarios de las últimas semanas y yo le meto mano a la discoteca, donde rebusco algún cd que pueda amenizar durante unos minutos nuestro encuentro.

Impera un silencio absoluto, apenas roto por el roce característico de las páginas del diario pasando entre tus dedos y por los chasquidos de las cajas de los compact al ser desplazados en sus estantes.

No acabo de decantarme por ninguno y son tantos, que temo que pueda acabar el día buscando el apropiado. Decido buscar inspiración en tus gestos, porque sé que lo que leas me dará la inspiración adecuada, y entonces veo que tu semblante se ha transformado con una expresión ceñuda y próxima a la ira.

Mi búsqueda ha concluido. De inmediato, un nombre destella en mi mente con intermitencias de neón: Rita Lee. Deslizo mis dedos rápidamente por las cajas clasificadas en la consonante ‘L’ y dejo que vayan recorriendo el orden alfabético hasta detenerse en una, en cuyo lateral puede leerse «Rita Lee – Bossa’n Beatles»

Echo un vistazo a la carátula posterior, para ver los títulos que integran esta recopilación a ritmo de bossa de algunos de los éxitos de los Chicos de Liverpool, y extraigo el cd para colocarlo en la bandeja del reproductor.

Con una velada sonrisa, cargada de una cierta perversidad, selecciono la primera pista, subo cuatro puntos la escala del volumen y pulso el botón play. El impacto de la primera nota de «A hard day’s night», con una fuerza cercana a los 100 vatios de potencia de los altavoces, hace que me replantee bajar el volumen pero, finalmente, dejo el volumen como está y con el mando a distancia en la mano, me siento frente a ti sin perderte de vista.

Parece que la cosa no va contigo porque ni te has inmutado, lo que me lleva a mirarte los oídos por si tuvieras colocados unos pequeños auriculares con los que escuchas tu propia música, pese a saber que nunca harías eso por considerarlo poco correcto cuando estás con alguien. No hay auriculares, ni hay cambio en tu expresión reconcentrada en la lectura del periódico, así que permanezco atento con el mando a distancia bien sujeto y la tecla del volumen ligeramente acariciada por mi pulgar derecho.

Rita Lee desgrana ahora la letra de «All my loving», en un tono más intimista, y yo sigo a la espera de que me lo cuentes, dejándome invadir por la música. Al menos, pienso, disfruto de la música…

El estallido visceral me sobresalta obligándome a abrir los ojos con prontitud. Ya viene la respuesta a tu expresión de enfado de los últimos minutos.

—¿Cómo pueden unos padres dejar a su hija de 9 años con un desconocido que se va de vacaciones a otro continente?

—Te refieres al asunto de Nadia, la nena de L’Hospitalet de Llobregat que la Guardia Civil y los Mossos d’Esquadra tuvieron que ir a buscar a la selva boliviana… —De forma subrepticia bajo el volumen de la música hasta dejarlo a un nivel moderado que nos permita hablar con comodidad, aunque acabo de comprobar que cuando te concentras en algo no te distrae ni un bombardeo de vatios.

—¡La niña marroquí con la que ese malnacido perturbado quería casarse y a la que obligó a trabajar durante siete meses en plantaciones cocaleras y vendiendo zumos en un mercado!

—Según lo que leí, el secuestrador había sido desterrado de su país por violar a sus dos hermanas, de 10 y 13 años, a las que además trataba cruelmente…

—¡Lo que te digo: un pervertido! Las autoridades bolivianas sospechan que tuvo relaciones íntimas con Nadia, con la que convivía como si fuera su esposa y a la que no dejaba salir sola de casa.

—Este sujeto está ya encarcelado y los otros reclusos le dieron una paliza y le raparon el pelo, como castigo a sus supuestas violaciones, pero me ha sorprendido que no le afeitaran también el bigote y la perilla.

—¿Te sorprendería que te dijera que no me produce ninguna conmiseración? ¡Y los padres confiaban en él porque era un vecino muy amable y religioso…! ¡Cada vez me fío menos de los que se ponen a Dios en los labios cuatro veces cada minuto!

—Pero vamos, que por mucha confianza que tuvieran en su vecino, dejar a la niña irse con él a Bolivia porque nunca había estado de vacaciones…

—¡Eso es! ¿Tú dejarías a la tuya?

—¡Nunca! Lo más que le permito de momento es que haga las excursiones y colonias que organiza el colegio. Si quisiera ver más mundo, le compraría un mapa y unos cuantos documentales de National Geographic. Ya tendrá tiempo de viajar cuando sea mayor y esté preparada para reconocer un poco mejor la careta tras la que se ocultan algunas personas.

—Me subleva que con la cantidad de niños que desaparecen todos los días sin que podamos hacer nada por evitarlo, Nadia fuese entregada a un desconocido por sus propios padres, que niegan haber dado su permiso para el viaje, alegando que el secuestrador falsificó su firma.

—Los padres han sido imputados y la niña puesta a disposición de la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA), que la ha ingresado en un Centro Residencial de Acción Educativa (CRAE) de la Generalitat; Nadia no les será entregada a sus padres hasta que se aclaren los hechos, que desprenden un olor pestilente. ¿Es un caso de trata de blancas o de cualquier otro chanchullo de tipo económico?

—Los investigadores esclarecerán los hechos. Mientras, los jueces tratan sobre la extradición del secuestrador a España, aunque en Bolivia dicen que también deberá responder allí por sus delitos. ¡Pues nada…! A sumar condenas en los dos países, pero que vaya disfrutando entretanto de su estancia en la cárcel del país andino, donde tiene peluqueros gratis todos los días. —No se me ha escapado el tono malévolo con que has pronunciado tus siete últimas palabras.— Por cierto, muy bien por tu elección de Rita Lee para sacarme del mutismo en que estaba mientras leía esa noticia.

—De modo que la has reconocido…

—Desde la primera canción del disco. La que está cantando ahora, «Here, There And Everywhere», me entusiasma.

Y yo que pensaba que no sabrías quién cantaba… Ya ha dejado de sorprenderme que cada día me sorprendas un poco más.


Grover Morales, llevado ante el juez en Bolivia. Foto: elmundo.es

—Hay una cosa en la Nueva Ley de Seguridad Vial, que me ha llamado bastante la atención. —Me dices, de espaldas, en tanto preparas un par de cafés y yo voy dando otro repaso a los periódicos. Seguro que, cuando me lo cuentes, también me la llamará a mí.

—¿Y qué es eso? ¿Lo de las multas de hasta 6.000 euros?

—Si… Y no.

—Cuéntame.

—Si se te ocurre instalar en el coche un inhibidor de radar y te lo detectan, te sancionarán con esos 6.000 euros, más 6 puntos del carné de conducir. Y si llegan a averiguar cuál fue el taller que te lo instaló, a este le caerá una multa de hasta 20.000 euros…

—No está nada mal. Supongo que a más de uno se le quitarán las ganas de instalarlo.

—…Sin embargo, si conduces con una tasa de alcohol del doble de la máxima permitida o bajo la influencia de las drogas, la multa será tan solo de 1.000 euros y 6 puntos.

—Ya veo por donde vas…

—Por si quedaba alguna duda al respecto, los legisladores han querido clarificar de una vez por todas, que lo que de verdad les importa es la recaudación de caja en las carreteras.

—Pues es deprimente, porque la seguridad de las personas debería primar sobre el afán recaudatorio. Pero me alegra que se quiten al fin la máscara y nos muestren su verdadero rostro.

— Pero por lo menos, podrían haber sido más discretos igualando el importe de las sanciones, ¿no?

—O sancionando con menor cuantía la instalación del inhibidor, que el consumo de alcohol y drogas.

—También podrían haber preguntando a los ciudadanos cómo querríamos castigar los diferentes delitos… Total, hacer una consulta de este tipo por internet no es nada complicado hoy en día.

—¿Y a quién le importa lo que opinemos los usuarios de carreteras y calles? Lo que cuenta es lo que votemos en las urnas y que paguemos todos los impuestos que se les ocurran. ¡Ah! Y que no dejemos quebrar las autopistas de peaje por falta de uso.

—Otra cosa… ¿Te extrañó que la Dirección del PSOE, a través de su portavoz en el Congreso, Soraya Rodríguez, defienda que la exministra Magdalena Álvarez siga en el Banco Europeo de Inversiones (BEI) tras su imputación por los ERE de Andalucía, por los que la juez Mercedes Alaya le ha pedido una fianza de 29,5 millones de euros?

—¡Para nada! Tampoco que hiciera una encendida defensa de ‘Maleni’. Cuando los corruptos son del PP, no dejan pasar ni un minuto para salir a los medios a denunciarlo y pedir su cese o renuncia. Ahora, cuando la basura está en casa, hay que barrerla bajo la alfombra. Por cierto, hablando de basura, ¿te enteraste de que Urdangarín y su ilustre esposa, la infanta Cristina, reclamaron a Patrimonio Nacional que les acondicionara una casita en la sierra madrileña?

—Para sus vacaciones, ¿no? Para relajarse del gran estrés de sus vidas.

—Como Patrimonio ya pagó con dinero público la rehabilitación de una finca cerca de La Zarzuela, donde se alojaron durante casi cinco años la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein y su hijo, pensarían que era el momento de sacar tajada también.

—¿Entiendes ya el afán recaudatorio de la DGT? Hay que sacar pasta para pagar todos esos apaños; Las multas son solo una manera. ¿Hablamos un poco del ministro Soria, y de la energía y el limbo en el que se mueve?

—¡No, por favor…! A Soria ni nombrarlo… ¡Pa’qué! Dejemos que se aclare primero. Lo que sí me ha parecido increíble, ha sido la forma tan alucinante en que Rusia se ha quedado con Crimea, dejando a los ucranianos con un palmo de narices y a la comunidad internacional, Estados Unidos incluido, con la sensación más parecida a haberse quedado en pelotas.

—Ja, ja, ja… Me ha parecido inaudito.

—Xavier Colás, de El Mundo, trazaba una serie de paralelismos entre eso y las archiconocidas «guerras de Gila».

—¿Qué decía?

—Por ejemplo, que una multitud de crimeos aclamaba con banderas rusas al ejército invasor, que carecía de ellas, y se vio obligado a pintarla en un cuartel del que se apoderaron o a pedirla prestada a los vecinos de la zona. También cuenta que fueron a una librería del centro de Simferopol:
»—¿Tiene banderas rusas?
»—Sí. ¿Cuántas quiere?
»—De momento, diez.

—¡No fastidies!

—Además cuenta que algunos crimeos vendieron sus banderas a los rusos por el doble de lo que costaban hace un mes. Colás añade que algunos jefes militares crimeos declararon su rendición a través de Facebook.

—¡En serio…!

—Lo que convierte a Gila en el Nostradamus de la guerra, por lo que se anticipó a ella, es esta anécdota según la cual, soldados rusos exigen a un comandante ucraniano que se rinda, de esta guisa:
»—Si no os rendís, no nos vamos.
»—Pues no os vayáis.
»—Mañana volvemos. A ver si os rendís.

—¡Ja, ja, ja! —A medida que te voy contando, te vas desatando de forma divertida ante la situación.

—Y en tanto, las tropas bloqueadas se iban a dormir a sus casas fuera de la base y volvían por la mañana.

Incapaz de seguir conteniendo la risa, te levantas apresuradamente, y apoyando un brazo sobre la pared y la frente sobre el brazo, das rienda suelta a tu hilaridad con espasmos reiterados que sacuden todo tu cuerpo, mientras el sonido de tus carcajadas eclipsa la voz de Rita Lee, que desde el equipo de música mantiene su propia guerra por hacerse oír.

Mientras lucho con todas mis fuerzas por contener también la risa, pienso que rusos y crimeos deberían hacer una colecta para pagar derechos de autor a los herederos legales de Gila por esa invasión, más propia de su repertorio que de la real de un país por otro.

—¿Serán así las guerras del futuro? —Me preguntas cuando, tras unos minutos, al fin has podido calmar la congestión que te mantenía a raya de cualquier otra cuestión que no fuera reír.

—Yo voto por ello. Creo que rusos y crimeos han sembrado la semilla de cómo debe ser una guerra, dándonos de paso una gran lección que tendría que ser analizada por todos los estrategas militares del mundo.

—¡Ay! —Parece que de nuevo vas a sufrir otro ataque, pero consigues contenerlo… a duras penas.

—Pero no creas, que la guerra no ha terminado entre ucranianos y rusos. Un grupo de mujeres ucranianas ha lanzado una campaña llamada «No se lo des a un ruso». Esta iniciativa invita a las ucranianas a no tener sexo con los hombres rusos. La campaña persigue que Ucrania niegue a Rusia una de sus riquezas más admiradas: sus mujeres.

—Pues te digo que los rusos están perdidos de antemano, porque esa es la única guerra que un hombre nunca podrá ganar sin ayuda de la contraria.

—Veremos en qué acaba. De momento, la campaña tiene más de 3.000 seguidores en Facebook. Desde un medio muy cercano al Kremlin, una rusa ha contraatacado diciendo «Vale, no os acostéis con hombres rusos; más para nosotras.»

—¡Caramba! A ver si la guerra va a ser ahora de féminas… Pero, cambiando de asunto, ¿leíste la entrevista que Miguel Ángel Mellado le hizo a Pilar Urbano y que El Mundo publicó el domingo?

—«La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar», su próximo libro, que leeré en cuanto pueda. Algo del asunto, ya lo leí en el libro de Patricia Sverlo, «Un Rey Golpe a Golpe (Juan Carlos I).»

—¿No te produjo cierta congoja leer la entrevista?

—Mucha, pero ya estaba advertido por la lectura del libro de Sverlo y también por el de Amadeo Martínez Inglés «Juan Carlos I, el último Borbón [Las mentiras de la monarquía española]», así que sentí una profunda pena por el hombre que acaba de fallecer y al que la Historia pondrá en el lugar que le pertenece por derecho. Lo que no entiendo es la presencia de algunos personajes en su funeral.

—Parece que Pilar Urbano les ha hecho una estupendas fotografías a cada uno de ellos. El suyo, es un libro que hay que leer detenidamente.

—Yo pienso hacerlo, desde luego… Empiezo a tener hambre, ¿has probado alguna vez la carne de buey Wagyu?

—No. ¿Tiene algo de especial?

—Se asegura que es la carne más deliciosa del mundo. Wagyu significa ‘vaca japonesa’ y al parecer, los animales reciben a diario masajes que ayudan a distribuir la grasa de forma uniforme por toda la carne. Comen una dieta especial de grano, nabos y patatas, y no les suministran ni medicación ni hormonas para su crecimiento. También toman cerveza y vino de arroz, además de escuchar a Mozart en los establos. Originalmente, este ganado solo se criaba en Japón, en la ciudad de Kobe, por lo que solo se la puede describir como ‘buey Kobe’ si procede de allí.

—Se me está haciendo la boca agua…

—Pues resérvate para la comida, porque hoy comerás carne de res Wagyu… Después me dirás si te parece o no la carne más deliciosa del mundo. No sabremos si procede de Kobe, EE.UU., Australia o Canadá, pero seguro que notarás la diferencia desde el primer mordisco.

—Me estás poniendo los dientes largos…

—Pues afílalos, porque les vas a dar trabajo.

Rita Lee sigue impregnando el ambiente a ritmo de bossa. El título no puede ser más oportuno: «Aqui, Ali, Em Qualquer Lugar», el clásico «Here, There And Everywhere», de John, Paul, George y Ringo.

Nosotros seguiremos nuestra jornada donde nos pillen las circunstancias, Presidente, pero sin odios desaforados, puñaladas traperas y desmemoria institucional. Quizás después de todo, el olvido fuera para ti una bendición y para otros un consuelo, pero somos legión los millones de personas que aún conservamos los recuerdos y que no te olvidaremos nunca.

Descansa en paz. Hoy, dos buenos amigos levantarán sus copas en tu memoria.
En tu memoria…, no en la de ellos.

Con mi agradecimiento

* * *

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